El revelado fotográfico es el proceso que se lleva a cabo para que la imagen latente presente en una placa o película fotográfica se haga visible. Cuando se realiza sobre papel fotosensible a partir de un negativo, se le llama «positivado» o ampliación del negativo
La primera cámara digital de la historia fue desarrollada por el ingeniero de la empresa fotográfica Kodak Steve Sasson, en 1975. Tenía el tamaño de una tostadora de pan y una resolución muy precaria (0,01 megapíxeles), además de que el proceso de almacenamiento digital de la imagen era sumamente lento: tomaba 23 segundos guardar una fotografía en blanco y negro en una cinta de casette, y el mismo tiempo recuperarla.
Sin embargo, esos primeros intentos abrieron un enorme campo de investigación, que condujo a las cámaras digitales actuales, de gran resolución, velocidad de toma y capacidad de guardado, además de otras posibilidades como el zoom digital (en lugar de óptico) y la digitalización del sistema réflex, que permite a quien toma la foto observar en un visor óptico exactamente lo que va a tomar la cámara.
El proceso de fotoacabado en un Laboratorio Fotográfico implica varios pasos para transformar una imagen latente en una imagen visible y permanente.
Revelado: Este es el primer paso donde la imagen latente en la película se convierte en una imagen visible. Se utiliza un revelador químico que reduce las sales de plata expuestas a la luz, formando una imagen en tonos de negro y gris1.
Baño de paro: Después del revelado, la película se sumerge en un baño de paro para detener el proceso de revelado. Esto generalmente se hace con una solución ácida que neutraliza el revelador1.
Fijado: En este paso, se utiliza un fijador para eliminar las sales de plata no expuestas, haciendo que la imagen sea permanente y no sensible a la luz. Esto asegura que la imagen no se degrade con el tiempo1.
Lavado: La película se lava con agua para eliminar cualquier residuo químico que pueda quedar. Este paso es crucial para asegurar la longevidad de la imagen1.